Los griegos fueron los iconistas supremos, los más grandes creadores de imágenes que el mundo haya visto

Los griegos fueron los iconistas supremos, los más grandes creadores de imágenes que el mundo haya visto, y por ese motivo su mitología pervive todavía hoy. El genio de Roma no radicaba en el iconismo; su mitología, salvo cuando se inspiran en los griegos, es nimia. No adoraban a dioses, no a dei, sino a poderes, a numina. Estas numina no eran más que pálidas imágenes de meras actividades; jamás alcanzaban una personalidad, carecían de atributos, de historias de vida; en una palabra, de mitología.


 Siempre debemos recordar que la mitología, la forja de las imágenes, es solo una pieza más, y quizá no esencial, de la religión. El hecho de que los romanos no fueran iconistas no debe llevarnos a la conclusión de que eran un pueblo menos religioso que el griego. Probablemente sea más cierto lo contrario. Un algo vago inspira más temor y reverencia que un algo conocido. Así se sentía Lucano al escribir acerca del culto sin imágenes de los galos: ¡Tanto incrementa la sensación de terror no conocer a los dioses a los que se teme!

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Heródoto nos ha dejado la rotunda afirmación siguiente, una afirmación que debería estar a la cabeza de cualquier discusión sobre mitología griega. En el Libro II de su Historia escribe así: No obstante, el origen de cada dios —o si todos han existido desde siempre— y cuál era su fisonomía no lo han sabido hasta hace bien poco; hasta ayer mismo, por así decirlo. Pues creo que Hesíodo y Homero, dada la época en que vivieron, me han precedido en cuatrocientos años y no en más. Y ellos fueron los que crearon, en sus poemas, una teogonía para los griegos, dieron a los dioses sus epítetos, precisaron sus prerrogativas y competencias, y determinaron su fisonomía.
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 La mitología griega es, como se desprende de las palabras de Heródoto, principalmente un producto de la literatura. 

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