La literatura romana es la del pueblo romano, aquel pueblo que ha surcado la historia desde el legendario 753 antes de Cristo hasta el histórico 476 después de Cristo.
Plauto, Terencio, Catón, Lucrecio, Salustio, César, Cicerón, Virgilio, Tito Livio, Horacio, Ovidio, Tibulo, Propercio, Marcial, Lucano, Fedro, Petronio, Séneca, los Plinios, Tácito, San Agustín...
son algunos de los autores de esta literatura, que también puede llamarse latina. Lo que sucede es que la literatura en latín se siguió escribiendo por más de 1.000 años después de la caída del Imperio de occidente, por autores cuya lengua nativa iba dejando de ser progresivamente el latín.
Por eso tiene sentido distinguir entre literatura romana y literatura latina. Toda literatura romana es latina, pero no toda literatura latina es romana... Si bien tampoco es exactamente así, pues Marco Aurelio, emperador romano, escribió en griego...
Pero en fin. Una distinción clara es la de quienes escribían en su lengua madre, los romanos, y quienes escribían en latín como segunda lengua: Dante, Petrarca, Valla, Vives, Erasmo y tantos otros.
La literatura romana, ¿hoy? Sí.
La literatura romana ha surgido en el corazón de la primera globalización: la alejandrina, la del helenismo, la acopiada en papiros en Alejandría, la que hizo encontrarse la cultura griega y romana, la que, vencida, venció a Roma. La literatura romana es postalejandrina. Está marcada por ello. Constituye la primera gran traducción de la historia. Roma tradujo la cultura griega sin renunciar a su propia lengua. Infundió en sus venas sangre griega ssin arruinar su propia identidad. La transfusión griega fue muy beneficiosa, muy inspiradora. El Imperio romano, uno de los proyectos civilizadores más duraderos de la histora -ahí están los obeliscos de Washington y de San Pedro, el Capitolio y San Pablo de Londres, el Museo del Prado y el arco del triunfo parisino, ha nacido de la globalización helenística.
La segunda gran globalización, la renacentista, la del humanismo italiano y europeo, nace de la fusión de la literatura romana con las literaturas nacionales. La literatura romana y latina pudo ser corsé para pusilánimes, pero fue inspiradora para los dantes, los petrarcas, los boccaccios, los nebrijas, los garcilasos, los cervantes, los shakespeares. Esa prosa ciceroniana de Boccaccio y esos temas plautinos de Boccacio también: vieja savia que hace nacer la prosa literaria italiana... y europea.
No olvidemos que la literatura romana, in nuce, porta la griega. Sí, es cierto, hasta el romanticismo alemán quizás la literatura griega no se recupera en toda su autonomía y esplendor, pero siempre ha estado en las venas de la latina, como la latina está en las venas de las literaturas europeas.
Estamos en una tercera globalización. Ya no es el oriente y el mediterráneo; ya no es Europa y el Nuevo Mundo. Ahora es todo el globo. Ya no es el papiro, ya no es la imprenta. Ahora es internet. Ciertamente, es una gran globalización. ¿No podemos mirar a la literatura romana, como hicieron los humanistas del Renacimiento? ¿No podemos encontrar en ella savia sabia?
Trabajar en dos planos iempre es fecundo: el plano griego-romano; el plano grecorromano-lenguas modernas; y ahora, la literatura grecorromana y la globalización internáutica. ¿Por qué no? La unidimensionalidad siempre ha sido estéril.
Hay que hacer una propuesta de la literatura romana: una presentación, una aproximación, una introducción, una propuesta en definitiva. He aquí la mía:
El hombre, su
vida y su muerte, sus amores, su felicidad, el sentido.
La amistad (Cicerón: De amicitia)
Amor, pasión y muerte (Dido y Eneas, Virgilio: Eneida IV)
Mil caras del amor (selección de
metamorfosis ovidianas)
La vejez (Cicerón: De senectute)
La felicidad (Séneca: De vita
beata)
El consuelo de la filosofía
(Boecio: De consolatione Philosophiae)
La vida tras la muerte
(Virgilio, Eneida VI)
El hombre su
historia y sus mitos
El mito troyano (Virgilio: Eneida
II)
El mito romano (Tito Livio: Ab urbe
condita, I).
Los estudios “de humanidad”
Pro Archia de Cicerón
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