no hay más rígido censor de un libro, que aquel que no tiene habilidad para dictar una carta

 Si eres discreto, no tendré contigo querella alguna, porque serás benigno, y reprobarás el dictamen, sin maltratar al Autor. Pero si fueres necio, no puede faltarte la calidad de inexorable. Bien sé que no hay más rígido censor de un libro, que aquel que no tiene habilidad para dictar una carta.

Padre Feijoo

Prólogo al lector

Teatro crítico universal


Si me opusieren razones, responderé a ellas; si chocarrerías, y dicterios, desde luego me doy por concluido, porque en ese género de disputa jamás me he ejercitado. 

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 [...] asentada la conclusión de que la multitud sea regla de la verdad, todos los desaciertos del vulgo se veneran como inspiraciones del Cielo
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1. Aestimes judicia, non numeres, decía Séneca {(a) Epist. 39}. El valor de las opiniones se ha de computar por el peso, no por el número de las almas. Los ignorantes, por ser muchos, no dejan de ser ignorantes. 
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Siempre alcanzará más un discreto solo, que una gran turba de necios; como verá mejor al Sol una Águila sola, que un ejército de Lechuzas.
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Yo estoy tan lejos de pensar que el mayor número deba captar el asenso, que antes pienso se debe tomar el rumbo contrario: porque la naturaleza de las cosas lleva, que en el mundo ocupe mucho mayor país el error, que la verdad. El vulgo de los hombres, como la ínfima, y más humilde porción del orbe racional, se parece al elemento de la tierra, en cuyos senos se produce poco oro, pero muchísimo hierro.
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No quiero yo decir que el justo sea insensible. Ese fue exceso de los Estoicos, que en la oficina de la virtud pretendían transformar los hombres en mármoles. Padecen los virtuosos; pero mucho menos que los delincuentes. A esta desigualdad se añade otra notable; y es, que las molestias que unos, y otros padecen, a los delincuentes los comprehenden en el todo, a los virtuosos sólo en una parte. Distínguense el espíritu del justo, y el del pecador, como el elemento del Aire, y el de la Tierra. La tierra en todas sus Regiones está expuesta a las injurias de los demás elementos. El Aire, sólo en su porción inferior, que es el teatro de vapores, y exhalaciones; pues a la que llaman Región superior del Aire, no alcanza alguna de las alteraciones sensibles. Siempre se observa allí un tenor igual: siempre se descubre sereno el Cielo, y siempre se goza una aura cristalina, y pura.

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