Cuán incomparable la sabiduría con la información procesada por una máquina

 Agora el orden por donde tú, Aurelio, me guiaste, requiere que diga del estado de los hombres letrados; do primero escucha lo que dixo Salomón en sus Proverbios: Bienaventurado es el que halló sabiduría y abunda de prudencia; mejor es su ganancia que la de oro y plata, y todas las cosas excede que se pueden desear. ¡Gran cosa es, Aurelio, la sabiduría, la cual nos muestra todo el mundo, y nos mete a lo secreto de las cosas, y nos lleva a ver a Dios, y nos da habla con Él y conversación, y nos muestra las sendas de la vida! Ésta nos da en el ánimo templança; ésta alumbra el entendimiento, concierta la voluntad, ordena al mundo, y muestra a cada uno el oficio de su estado; ésta es reina y señora de todas las virtudes; ésta enseña la justicia y tiempla la fortaleza; por ella reinan los reyes y los príncipes goviernan; y ella halló las leyes con que se rigen los hombres. Donde puedes ver, Aurelio, cuán bien empleado sería cualquier trabajo que por ella se tomase. Por eso no compares los sabios a Sísifo infernal, aunque los veas munchas vezes tomar a aprender de nuevo lo que tienen sabido, mas antes los compara a los amadores de alguna gran hermosura, cuyo deleite de verla recrea el trabajo de seguirla. ¡O alta sabiduría, fuente divina de do mana clara la verdad; do se apascientan los altos entendimientos! ¿Qué maravilla es, pues eres tan dulce, que tomemos a ti munchas vezes con sed? ¡Más me maravillaría yo si quien te uviese gustado nunca a ti tomase, aunque tuviese en el camino todos los peligros de su vida! Cuanto más que ni los ay, ni trabajos algunos de los que tú dezías, sino fácil entrada y suave perseverancia. El camino de ir a ella es el deseo de alcançarla, y presto se dexa ver de quien con amor la busca; pero hágote saber que el amor de ésta es el temor de Dios, que limpia los ojos de nuestro entendimiento y esclaresce la lumbre que para conoscer el bien y el mal Dios nos dio. Y ésta es la lumbre por quien dixo Salomón: Quien con la lumbre velare para aver sabiduría no trabaje, que a su puerta la hallará sentada, queriendo dezir que muy cerca está la sabiduría de quien la mira con ojos claros del entendimiento, limpios, con amor y deseo de servir a Dios. Los que la buscan en medio las tinieblas de sus pecados, no es maravilla que la vean como sombra, y que no puedan asirla, y en vano trabajen para tenerla. Aunque bien confieso que es algo lábil nuestra sciencia, de cualquier manera que la ayamos alcançado, y no tanto como tú dixiste, Aurelio, pero esto es porque deseemos el asiento en ella, y el perfecto entendimiento cual es el de la gloria que Dios nos tiene aparejada. No era cosa conveniente que aquí, do somos peregrinos, tuviésemos tales cumplimientos como en nuestro natural, sino solamente tales muestras de lo que ay allá, que nos encendamos en deseo de no errar el camino por do avemos de ir.


Diálogo de la dignidad del hombre


Fernán Pérez de Oliva

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