Toda la obligación y todo el trabajo de un cristiano está compuesto de estas dos partes: Fe y obediencia; mirar a Jesús (Hb 2, 9) y actuar según su voluntad

 Newman llegó a la conversión en su calidad de hombre de conciencia; fue su conciencia la que le llevó a salir de las viejas ataduras y seguridades, conduciéndole al mundo del catolicismo, que era algo tan difícil y extraño para él. Pero este camino de la conciencia es todo menos una senda de subjetividad autosuficiente: es un camino de obediencia a la verdad objetiva.


El segundo paso en el largo viaje de Newman hacia la conversión fue la superación de la posición evangélica subjetiva a favor de una comprensión del cristianismo basada en la objetividad del dogma. En esta conexión encuentro yo una formulación, tomada de uno de sus primeros sermones, que puede ser especialmente significativa hoy:
 
El verdadero cristianismo aparece (...) en la obediencia y no a través de un estado de conciencia. Por tanto, toda la obligación y todo el trabajo de un cristiano está compuesto de estas dos partes: Fe y obediencia; mirar a Jesús (Hb 2, 9) (...) y actuar según su voluntad (...)

Pienso que estamos en peligro en estos días al no insistir en todo esto como debiéramos; considerando cualquier apreciación verdadera y cuidadosa del Objeto de la fe como estéril ortodoxia, técnica sutileza (...) y (...) convirtiendo en test de nuestro ser religiosos si tenemos o no lo que se suele llamar un estado espiritual del corazón.


Josef Ratzinger sobre San John Henry Newman 




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