No puede ser justo
quien busca el continuo aplauso
Narciso se despereza, muerta Eco,
y vaga por el mundo con su espejo
tensa sus músculos y se deleita
en su desnudez pero no le basta
su aquiescencia quiere público
que le admire y vibre con su tersura
y morbidez sus ojos profundos
y sus cabellos estilizados
acude a la plaza pública y se sube
al pedestal cubierto de talco
para simularse estatua ora el
Discóbolo ora una Venus de Milo
varonil
empieza a dibujarse la piel con dibujos
geométricos y tiende el lápiz a los
viandantes para que añadan sus
fantasías lineales
se alza y despereza tensa sus nervios
mueve sus bíceps
y pide el voto de sus fervorosos
admiradores para situarse en el centro
del país un nuevo dios a quien se postren
los hombres y rindan pleitesía
un becerro de oro con piel bronceada
y músculos de acero.
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