Ni, Verona, el cauce de tu río
Ni el estrecho pasillo de la margen
Ni los cielos que sobre ti no caben
Ni de San Giorgio la cúpula y el brío
Ni los verdes árboles del parchetto
Ni la torre del duomo tan cercano
Ni la casas de porte tan arcano
Ni el perrillo que no se queda quieto
Ni el librito que ando yo leyendo
Ni los bancos rellenos de turistas
Ni los puentes que cruzan a ambos lados
Nada vale que verte sonriendo
fanciulla que sobre el pretil te sientas
enfrentada impasible hacia los hados.
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