Soñé estar en una ciudad encantada
Sobre caudaloso y meandroso río.
Puentes y colinas pobladas por
Parques y edificios. Casas antiguas.
Tonos anaranjados. No había veroneses
Solo turistas. Voces apagadas. Cuchicheos.
Una ciudad fantasma. Con calles vacías.
Y rumores en lenguas.
El sueño de una noche de Verona.
Un pretil ajustado y rosas entreabiertas
Bicicletas descalzas y turistas venecianas.
Una señora delgada barre el porche de
Su casa: un banco en el parque, y
Tumbada habla con el cielo.
La señora se lava los pies tras la
Limpieza y el sol aprieta.
Las sargentos vigilan las esquinas.
Y las grullas gorgean por los salones
Abriendo las flores de varios colores.
El sueño de una noche de Verona.
Ciudad fantasma. Bicicletas descalzas.
Adoquines y un río con meandros
Lloviendo sudor. Grullas extranjeras
Y cantos de sirenas.
Bicicletas descalzas.
Sueño de Verona.
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