Tus bellísimos cabellos
tu tierno cutis
y apreciados labios
tus delicadas manos
y tu donaire
no serán pasto de gusanos
serán polvo,
volverán a la tierra
y de ella
con hálito divino
resurgirán con más
fuerza
tus horas ante el espejo
no serán vanidad hueca
sino aderezo de la
obra de Dios que brillará
con nuevo fulgor
en la nueva vida.
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