La tendencia hacia lo connotativo, en el lenguaje como en cualquier otro campo,
no puede proseguir contra la presión de la realidad. Si es la presión de la realidad
lo que controla la poesía, la inmediatez de diversas teorías poéticas ya no es lo
que era. Por ejemplo, cuando Rostrevor Hamilton dice: “El objeto de la
contemplación es el contenido sumamente complejo y unificado de la
conciencia, que se va construyendo mediante la evolución de la actitud subjetiva
del perceptor”, no está pensado en un contenido de la conciencia como el que
experimenta actualmente cualquier lector de prensa.
A modo de ilustración adicional, permítaseme citar la conferencia que dio Croce
en Oxford en 1933. Dijo Croce: “Si... la poesía es intuición más expresión, la
fusión de sonidos e imágenes, ¿cuál es el material que adopta la forma de los
sonidos y las imágenes? Es el hombre entero: el hombre que piensa y dispone,
que ama y odia; el que es fuerte y es débil, sublime y patético, bueno y malo; el
hombre exultante de vida y el agónico; y junto con el hombre, integrada con él,
toda la naturaleza en su perpetua tarea de evolucionar... La poesía... es el triunfo
de la contemplación... El genio poético elige un sendero estrecho en el que la
pasión se sosiega y el sosiego se apasiona.”
Resumiendo, la presión de la realidad, creo yo, es el factor determinante del carácter artístico de una era y, asimismo, del carácter artístico de los individuos. La resistencia a esta presión, o bien su elusión en el caso de los individuos de extraordinaria imaginación, cancela la presión en lo tocante a esos individuos.
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