Dios mismo no podía hacer al hombre don mas precioso que la palabra, que sirve para hacerle conocer y que une y enlaza a los hombres entre sí.
Pero de cuantas invenciones son debidas al genio del hombre, la escritura es sin contra dicción la mas útil y maravillosa. Dios mismo no podía hacer al hombre don mas precioso que la palabra, que sirve para hacerle conocer y que une y enlaza a los hombres entre sí. El espíritu y el lenguaje son de tal modo indivisibles, el pensamiento y la palabra son tan esencialmente una misma cosa, que del mismo modo que podemos mirar el pensamiento como la prerrogativa particular del hombre, podemos decir así mismo que la palabra, según su destino primitivo y su dignidad, pertenecen a su esencia original: en efecto por estar dotado de un alma en cuyo interior el pensamiento toma la forma animada de la palabra, se representa al hombre en la sagrada Escritura como semejante a Dios, y se le denomina imagen de la Trinidad creadora.
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