Algunas ideas del libro Nuevo humanismo para la era digital. Una propuesta desde Cervantes y otros clásicos

Nuevo humanismo para la era digital. Una propuesta desde Cervantes y otros clásicos

Antonio Barnés. Dykinson, Madrid, 2022. anbarnes@ucm.es

Tradición y progreso

Dialéctica tradición-progreso

Una cultura ‘‘viva’’ es aquella que se alimenta continuamente de las grandes e indispensables obras del pasado, de las verdades y bellezas alcanzadas en la tradición. George Steiner. En el castillo de Barba Azul. (pág. 9.)

Triada religión-autoridad-tradición

[…] se ha visto ─y el hecho habla de la estabilidad de la amalgama─ que cada vez que se dudaba de uno de los elementos de la trinidad romana religión-autoridad-tradición o se lo eliminaba, los dos restantes ya no estaban firmes. Fue, pues, un error por parte de Lutero pensar que ese desafío a la autoridad temporal de la Iglesia y su apelación al juicio individual y no guiado podía dejar intactas la tradición y la religión. También se equivocaron Hobbes y los teóricos políticos del siglo XVII al suponer que la autoridad y la religión se podían salvar sin la tradición. Por último, también fue un desacierto el de los humanistas que pensaron que sería posible mantenerse dentro de una tradición intacta de la civilización occidental sin religión y sin autoridad. Hannah Arendt. Entre el pasado y el futuro. Ocho ejercicios sobre la reflexión política. (pág. 9.)

Reforma, no ruptura

Octavio Paz habla de la “tradición de la ruptura” en Los hijos del limo.

In medio virtus

Qué difícil nos resulta la medida, la cordura, en palabra clásica castellana: la discreción. Como escribió el poeta romano Horacio, “los necios, por escapar de los vicios, corren hacia los vicios contrarios”, y poco antes: “hay un término medio; en todas las cosas hay una medida y, en fin, unos límites claros, más allá o más acá de los cuales no puede asentarse lo justo”. (págs. 17-18)

¿Lo nuevo, lo último es, necesariamente, lo mejor?

La Edad Moderna nace con el Renacimiento; la Edad Contemporánea con la Revolución francesa. La primera redescubre la tradición grecolatina; la segunda desea romper violentamente con la tradición. La primera no desprecia lo antiguo; la segunda adora lo nuevo. La primera se inspira en el pasado para mejorar el presente; la segunda huye hacia adelante. La primera se asienta en la memoria; la segunda se instala en el progreso. Entonces nos preguntamos: ¿lo nuevo es lo mejor? ¿Existe el progreso cultural? (pág. 136)

Libertad y autoridad

La tensión entre libertad y autoridad es de tal índole, que una sin la otra se perderían: la libertad acabaría en caos y la autoridad en despotismo.

Karl Jaspers: Ambiente espiritual de nuestro tiempo. (pág. 179)

Qué es el hombre y cómo conoce

Somos corporales, no hologramas

Somos cuerpos animados, no “tenemos” cuerpo

Más presencialidad / menos virtualidad

 

Necesidad antropológica de la presencialidad. Soledad ante la pantalla; pérdida de humanidad.

Elogio de la cordura frente a la tiranía de la calculadora y el tubo de ensayo.

Cervantes, hombre del humanismo que vive próximo al despertar racionalista, construye en el Curioso impertinente una parábola sobre el cambio de paradigma de la prudencia humanista al experimento moderno. Anselmo se deja llevar por la curiosidad (patología del conocer) y se encapricha con el experimento como método cognoscitivo.
Un juicio ponderado –prudencia, discreción o cordura–, que bastaría para la paz de conciencia de Anselmo sobre el amor de su mujer, se minusvalora en aras de un experimento insensato.  Como escribe Avalle-Arce, “en un momento de arrebato Anselmo ha querido vivir una abstracción, hacer de su vida y las otras contingentes a ella algo susceptible de la fría manipulación universalizadora del experimento”. (pág. 186)

Más virtud / menos virtualidad

Homo sapiens, vida buena frente a homo habilis buena vida.

Calidad sobre cantidad

 

Una palabra vale más que mil imágenes

Somos verbales.

Mirar a la cara más que al móvil, que al ordenador (los médicos), que a las presentaciones

Somos un ser para los otros.

Diálogo, no monólogo

No somos mónadas, sino un “ser para los otros”.

Salir de la caverna de lo mediático. La cultura está en los libros

Medios y redes sociales ofrecen información fragmentaria, inmediata y reduccionista, frente al conocimiento, que supone síntesis frente a los análisis

Libro de papel y libro digital

 

El formato (papel, radio, televisión, internet…) no es irrelevante.

Ningún colegio sin biblioteca

 

La fotografía, el cine, la televisión e internet nos han rodeado de imágenes como nunca antes. Esta circunstancia, que permitiría calificar nuestra era como “edad icónica”, invita a reflexionar sobre la dialéctica palabra e imagen y a dilucidar si, como señala el refrán popular: “una imagen vale más que mil palabras”, o más bien lo verdadero es lo contrario: “una palabra vale más que mil imágenes”. Piedra de toque de este debate es la lectura, que puede definirse como el ascenso al monte de la abstracción desde el valle de la imagen. Si la imagen ha de prevalecer sobre la palabra, la lectura deberá pasar a un segundo plano frente a otras vías de conocimiento. Por el contrario, si la palabra posee una naturaleza más relevante que la imagen, la lectura deberá ocupar una posición central. (pág. 50)

Naturaleza y cultura

Alonso Quijano emprende una aventura de flujo identitario, pero a la postre ha de admitir su condición de hidalgo, de tío, de vecino, de cristiano antes de lector. Se puede creer que un molino es un gigante, pero la acometida encuentra piedra, no piel.

[…] el ser-en-sí de las cosas se nos manifiesta en y mediante la actuación humana. Al intentar dominarlas, nos damos cuenta de que no podemos proceder a nuestro capricho, sino sólo de acuerdo con su naturaleza. La esencia de las cosas se nos muestra sobre la base de nuestros intentos repetidos y parcialmente fracasados, es decir, mediante el “devenir” del hombre, mediante su historia. (págs. 102-103)

Ciencia para el hombre, no hombre para ciencia

No todo lo técnicamente posible es éticamente admisible. Ni la ciencia ni la técnica pueden solucionar problemas morales.

Humanismo frente a colectivismo

Humanismo versus colectivismo

Desde el Renacimiento el Estado europeo ha ido creciendo paulatinamente en poder. Los litigios entre el trono y el altar y el afán de gloria y riqueza de los nobles contrapesaba el gobierno de los reyes. La abolición del antiguo régimen y el peso de los partidos, nuevas oligarquías, ha aumentado hasta términos insospechados la potencia de un Estado burocrático, uniformador y anónimo. Si a esto añadimos el auge del colectivismo y la verborrea aplastante de los medios de comunicación, el hombre y la mujer concretos quedan transformados en meras partículas de una masa. Frente a esta visión tan empobrecedora y alienante ─léase la Metamorfosis de Kafka─, se levanta el edificio humanista, ofreciéndonos una persona humana emparentada con la divinidad, capaz de tutear a Dios y dueña de su destino temporal y eterno. Los modelos antiguos, medievales y modernos pivotaban sobre el concepto de virtud, la perfectibilidad humana, su capacidad para ser lo que es. Aunque se hunda el mundo, un hombre puede ser prudente, justo, fuerte y templado, es decir, bueno. Ni la sangre, ni la raza, ni el sexo cohonestan las acciones humanas. Ni las ideologías, exhibidas como pancartas. La bondad no es grupal; es personal. Bondad que guarda relación con la verdad de Dios, el mundo y el hombre, y con la belleza. (págs. 204-205)

Estado subsidiario, no omnipotente

 

El Estado contemporáneo ha devenido en cierto absolutismo parlamentario. Señor de la vida (aborto) y de la muerte (eutanasia) convierte al ser humano en mercancía (fecundación in vitro, vientres de alquiler). Subsume los otrora trono y altar para decidir en su parlamento lo divino y lo humano, lo bueno y lo malo, como nueva instancia conciliar. Un Estado no subsidiario, sino omnipresente. Un Estado no educador, sino adoctrinador en la ideología mesiánica de moda asumida como cruzada. Un Estado sin aristocracia, innoble. Un Estado, ente abstracto y solitario a modo de dios celoso. Un Estado monoteísta de sí mismo. Un Estado confesional de su propia divinidad. Gran Hermano orweliano. Un Estado creóntico (dictatorial) vestido de sutilezas claudianas (hipócrita). (pág. 115)

Fuerza de la razón frente a razón de la fuerza

La legislación compulsiva expresa debilidad (se obliga a lo que se es incapaz de persuadir) y abuso de poder.

 


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