porque la buena lección es manjar del alma, el cual se come y muele con la meditación, y con la oración se recibe y gusta; pero por la contemplación es sustentada y mantenida el alma con gran delectación, lo cual se verá por este ejemplo. Leemos en el sagrado Evangelio: Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios (Mt 5,8; Mc, 14,3)²⁹.




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