El interés por la historia era el sello de la cultura humanística

 El primer gran logro literario de Tomás Moro, su Historia de Ricardo III, escrita a la vez en latín y en inglés. La edición moderna de estos textos muestra que, aunque la Historia fue comenzada antes de Utopía, hacia 1513, Moro continuó escribiéndola por lo menos hasta julio de 1518, cuando por fin la dejó de lado sin terminar. Es, por tanto, una obra que complementa a Utopía: mientras una describe una sociedad idealmente ordenada, la otra es un retrato de un reino existente destruido por la tiranía. La preocupación de Moro sobre la naturaleza de la verdadera realeza se remonta a sus conferencias sobre la Ciudad de Dios, de san Agustín. Ese tema complementó su interés personal sobre la relación entre ideales y política, y en concreto sobre las obligaciones del príncipe como individuo. Su preparación humanística es evidente. El interés por la historia era el sello de la cultura humanística, un instrumento importante para extraer del pasado esa perspectiva sobre la sociedad contemporánea que era el objetivo constante de los humanistas. Las fuentes de Moro eran múltiples y diversas. La información oral fue de máxima importancia, provenía de obispos como el cardenal Morton, Richard Foxe y Richard Fitzjames, de su mismo padre, John Moro, y de muchos otros cercanos a su familia o conocidos a través de su profesión, que tenían conocimiento personal de los hechos que decidió relatar. Contaba también con fuentes literarias y, como modelo de su obra, las narraciones de los historiadores clásicos; entre ellos, ciertamente, Tácito. Evidentemente, se inspiró en el retrato que este escribió de Tiberio.



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