El gran enemigo del hombre actual es el Estado

 El Estado decimonónico deglutió a la nobleza. Acumuló poder y abandonó lo heroico y el artificio de lo heroico. El Estado del siglo XX deglutió a la Iglesia -proceso iniciado en realidad desde la herejía protestante-. Al poder, el Estado sumó así un mesianismo moralizador. Consumadas las degluciones, el Estado del siglo XXI es totalitario y doctrinario del mal, revestido de democracia. El gran enemigo del hombre actual es el Estado, un Estado villano, sin nobleza de alma ni aspiración a la virtud. Un Estado que trabaja por convertir a sus súbditos en piltrafas humanas que pivotan en torno a su entrepierna, que se mueven a cuatro patas hocicando lo que el mercado les ofrece. Un Estado infanticida y gerontocida.







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