hacer viva y social la poesía

 En el romanticismo hay dos grandes mitos, como señala Albert Béguin, «la intuición de la unidad perdida y la unidad recobrada», es decir, el paraíso perdido y el recobrado utópica o místicamente, porque son ideas límites de la experiencia poética, que escapan a la representación. Lo propio del arte romántico, como bien vio Hegel, consiste en esta sobredeterminación del significado con respecto al significante. Éste se anega en aquél, que lo desborda. 

Mientras que en el arte clásico, fundado en el hombre, en cuanto clave del ser, hay un equilibrio perfecto entre forma y materia, expresión y contenido, siempre en el fiel de lo humano, en el arte romántico, en cambio, se da una ruptura de esta proporción, un desajuste por exceso del significado sobre el significante, un abismamiento de la imagen por su propia fuerza expresiva.

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Poetizar, romantizar el mundo, como dice Novalis, representa, pues, una tarea cultural y política de reencantamiento del mundo, superando el extrañamiento objetivista en que yace por obra de la ciencia y de la técnica. «El mundo debe hacerse romántico. Solo de este modo encuentra su significado original. Hacer romántico, romantizar, no es otra cosa que una potenciación cualitativa. La parte inferior del ser se identifica a través de esta operación con la parte superior». O dicho a la inversa, la parte superior penetra y vivifica la  parte inferior. En un sentido análogo habla Friedrich Schlegel de hacer viva y social la poesía, en cuanto nuevo principio de formación espiritual, y poética la sociedad por el estilo de «urbanidad» que imprime a sus creaciones. 

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Quizás el texto más especulativo de Friedrich Schlegel sea éste del ensayo «Sobre la filosofía» de 1799:

Poesía y filosofía son un todo indivisible, eternamente vinculadas aunque rara vez juntas, igual que Cástor y Pólux. Entre ambas se reparten el supremo territorio de cuanto hay de grande y sublime en la humanidad. Mas en el punto central se encuentran sus dos distintas direcciones: aquí, en lo más íntimo y más sagrado, el espíritu está todo entero, y poesía y filosofía son por completo una misma cosa y se hallan fundidas. La viviente unidad del hombre no puede ser ninguna inmutabilidad petrificada, sino que consiste en un cambio amistoso.

Poesía y Filosofía en el Romanticismo: Apuntes sobre Hölderlin y Friedrich Schlegel

Pedro Cerezo Galán. Studia Hegeliana: revista de la Sociedad Española de Estudios sobre Hegel, ISSN-e 2444-0809, Vol. 4, 0 0, 2018 (Ejemplar dedicado a: Mariano Álvarez Gómez and classical german philosophy), págs. 119-136




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