Julio de 2022
Desde 2020, el uso del llamado lenguaje de igualdad de
género en la radiotelevisión pública (RSP) ha aumentado significativamente. El
punto de partida de esta práctica lingüística es la evaluación del masculino
genérico como forma discriminatoria del lenguaje, que nosotros, como lingüistas
y filólogos, rechazamos. Exigimos una reevaluación crítica del uso de la lengua
en en la RSP sobre una base lingüística.
El uso del lenguaje por parte de la RSP es un modelo y una
norma para millones de telespectadores, oyentes y lectores. De ello se deriva
la obligación de que los organismos de radiodifusión se orienten en los textos
y formulaciones a las normas lingüísticas aplicables y traten el bien cultural
de la lengua de forma conforme a las normas, responsable y libre de ideologías.
Según las encuestas, más de tres cuartas partes de los consumidores de medios
de comunicación prefieren el uso establecido de la lengua: la RSP debe respetar
los deseos de la mayoría.
Género y sexo
El concepto de lenguaje con igualdad de sexos se basa en la
confusión científicamente controvertida de las categorías genus y sexus. El
género es una categoría gramatical intralingüística, el sexus es una categoría
extralingüística que denota el sexo biológico de una persona. Palabras como “persona”...
demuestran que en alemán no existe una correlación coherente entre el género y
el sexo (aunque dicha correlación pueda observarse a veces en los nombres de
persona). Por tanto, un masculino como "Mensch" (ser humano) puede
designar a una mujer, el femenino "Persona" a un hombre. Del mismo
modo, un masculino genérico como "clientes" puede designar a personas
de cualquier sexo. El género y el sexo no tienen por qué ir emparejados.
Los estudios lingüístico-históricos demuestran que el
masculino genérico no se utilizó en absoluto (como afirman los representantes
de la lingüística de género) sólo en épocas más recientes, cuando las mujeres
accedieron cada vez más a profesiones masculinas. Ya en el alto alemán antiguo
(Trutkowski/Weiß 2022) hay indicios de un uso inclusivo del masculino, es
decir, neutro en cuanto al género. Así, el alemán dispone desde hace siglos de
un medio para formular palabras de género neutro. Básicamente, no es necesario
crear nuevos formularios.
La gramática alemana no es "justa" ni
"injusta": la justicia es una categoría ética que no sirve para
describir estructuras gramaticales. Que el masculino genérico
"excluye" a las mujeres (y a las identidades no binarias) o sólo las
"incluye" es una afirmación basada en una interpretación errónea de
las estructuras gramaticales (Hackstein 2021).
Como lingüistas y filólogos, también criticamos el hecho de
que los estudios psicolingüísticos se utilicen cada vez más para legitimar los
cambios en el uso de la lengua en lugar de los enfoques lingüístico-sistemático
y lingüístico-lógico. Estos estudios no aportan pruebas sólidas de que las
masculinidades genéricas creen mentalmente sobre todo "imágenes de
hombres". Por el contrario, es evidente que la conexión contextual,
decisiva para distinguir un masculino genérico de uno específico, se ignora en
tales estudios de forma científicamente inadmisible. Debido a diseños de
estudio defectuosos, no se puede considerar empíricamente cierto que los
masculinos genéricos (genus) se lean principalmente en el sentido de
"masculino" (sexus) (Zifonun 2018, Payr 2022, Kurfer 2022, Hirschberg
2022). La valoración generalizada del masculino genérico como forma de lenguaje
fundamentalmente discriminatoria no puede justificarse sobre una base científica.
Otras tesis centrales de la "lengua con igualdad de
género" tampoco resisten el escrutinio científico, como la absurda
afirmación de la supuesta "invisibilidad" de las mujeres en la lengua
alemana (Pusch: "Das Deutsche als Männersprache") o la tesis de que
los cambios sociales podrían producirse interviniendo en las estructuras
lingüísticas (posición idealista lingüística).
También señalamos que el gendering conduce a una marcada
sexualización del lenguaje, es decir, a un énfasis permanente en las
diferencias de género. Por lo tanto, se frustra el importante objetivo de la
justicia de género y algunos participantes en el debate también tildan de
sexista la perspectiva de género. (Pollatschek 2020). En relación con el
objetivo perseguido -la justicia de género-, la perspectiva de género es, por
tanto, disfuncional.
La radio y televisión pública hace caso omiso de las normas
ortográficas vigentes.
En marzo de 2021, el Consejo de Ortografía Alemana señaló
explícitamente que los caracteres especiales de género como la estrella de
género, los dos puntos o el guión bajo (o la arroba) no cumplen las normas
oficiales, ya que estas formas perjudican la comprensibilidad, así como la
falta de ambigüedad y la seguridad jurídica de términos y textos. Esta
inobservancia de las normas ortográficas oficiales vigentes no es compatible
con el mandato educativo de las emisoras formulado en el Tratado de los Medios
de Comunicación Estatales. En lugar de estar a la altura de su función
ejemplar, las emisoras practican y propagan la permisividad ortográfica más
allá de las normas vinculantes en su uso de la escritura (especialmente en los
formatos en línea). Ni siquiera la realización hablada de la estrella de género
-con oclusión glotal- se ajusta a la norma de pronunciación aplicable.
La práctica ideológica del lenguaje contradice la exigencia
de imparcialidad.
Exigimos el abandono de un uso de la lengua que está
fuertemente motivado ideológicamente y que, además -como muestran todas las
encuestas actuales- es claramente rechazado por la mayoría de la población
(aprox. 75-80 %) (> encuestas). Resulta alarmante que cada vez más
periodistas, ignorantes de los hechos lingüísticos, difundan en público la
jerga de una minoría ruidosa de activistas lingüísticos, refiriéndose falsamente
al "cambio lingüístico".
Por último, pero no por ello menos importante, la difusión
del lenguaje de género a través de los medios de comunicación, a menudo con un
gesto moralizante, está provocando una considerable discordia social, y ello en
un momento en el que de todos modos se observan numerosas tendencias a la
división social. La perspectiva de género también fomenta estas peligrosas
tendencias hacia la particularización y la polarización en la sociedad.
El uso forzado de formas sexistas no se ajusta al principio
de imparcialidad política, al que están obligados todos los organismos de
radiodifusión en virtud del Tratado de Medios de Comunicación Estatales. Así,
el proyecto del "lenguaje apropiado al género" se originó en la
lingüística feminista y hoy en día es promovido principalmente por grupos
universitarios de orientación político-identitaria en torno a los estudios de
justicia social (Ackermann 2022, p. 143). El lenguaje de género es un
sociolecto académico que lucha por la supremacía del discurso. La ÖRR debe
mantener una distancia crítica respecto a esta forma de lenguaje ideologizada.
Para aclarar: el esfuerzo por lograr la igualdad de género
también en el uso de la lengua es tan legítimo como bienvenido y no puede
calificarse arrolladoramente de "ideológico". No obstante, las
corrientes ideológicas del feminismo y también las políticas de identidad han
tenido una influencia muy decisiva en el desarrollo del lenguaje de género y
siguen dominando los debates actuales, que también se llevan a cabo con
argumentos morales. Principalmente por esta razón, los debates actuales rara
vez se llevan a cabo sobre una base lingüístico-pragmática,
teórico-comunicativa o lingüístico-científica, como se pide en este
llamamiento. Se impide así un debate objetivo sobre la idoneidad de las
modificaciones lingüísticas propuestas en aras de la igualdad de género.
No hay informes neutrales sobre género
La información de la ÖRR (radiotelevisión pública) sobre el
tema del lenguaje de género es desequilibrada, a menudo tendenciosa y sirve
esencialmente para legitimar su propia práctica de género:
Los defensores reciben una parte significativamente mayor
del discurso
Si se consulta a "expertos", proceden
principalmente del bando de los partidarios.
Los ponentes se comprometen a incorporar la perspectiva de
género
En los medios de comunicación de la ÖRR predomina una imagen
positiva del género. A menudo se presenta a los críticos como reaccionarios,
inflexibles y misóginos. (> Pruebas)
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