En la cafetería tratamos de tantas cosas
que ni sé de lo que hablamos,
oyendo el rumor de las olas.
El aire se disparaba en la misma dirección
y los ojos se incrustaban entre gotas
y cucharas.
Pasaron las horas, desperté de mi sueño
la silla estuvo vacía
mas tu cabello es mi dueño.
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