El artista delante de su cuadro

Estaba la artista vestida y desnuda delante de su cuadro. Vestida pues llevaba ropa, pero desnuda porque estaba de pie, impertérrita, erguida delante de su cuadro, expuesta a la indiferencia, al comentario irónico o a la mirada superficial. Nada más que por ello el artista merece un respeto infinito, un beso en sus pies. Aguantaba el tipo delante de su cuadro no figurativo de colores variados. ¿Qué decir ante el cuadro? Me gusta. Pero no sé si me gusta o ni siquiera si me ha de gustar. Me acerco al cuadro para ver mejor el nombre de la artista. ¡Ah, eres pariente de la famosa periodista! Sí, es mi hermana. Ya se ha convertido en la hermana de, ya no es ella, es la hermana de. Hay que dejarse de hermanas, mirarle a los ojos y decirle. Qué cuadro más bonito, porque lo es, porque al menos es bonito que alguien te enseñe el alma, más difícil que enseñar el cuerpo.



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