¡La abolición del tiempo necesario!

Yo evitaría más bien las listas al estilo de Harold Bloom. Aborrezco ese ejercicio. Lo que me horroriza son puntos muy concretos. En las librerías inglesas, las primeras novelas no duran más que diecisiete días. ¿Qué libro original, difícil, tendrá su oportunidad? Los libros de una naturaleza más ardua ¿van a sobrevivir en este supermercado de valores culturales con su falta de espacio, su bombo publicitario y sus hábiles técnicas de mercadotecnia? ¿Van a sobrevivir a la transformación del disco, del CD-rom, del nuevo mundo de acceso real al texto? Me imagino que los manuales, los libros sobre deportes o la actualidad se mantendrán sin daño. Las guías de los museos irán mejor que nunca. No estoy seguro de que un Proust, un Musil, un Broch, un Faulkner tengan aunque sólo sea la sombra de una oportunidad.
Esto me inquieta. ¡La abolición del tiempo necesario! ¿Por qué demonios ni usted, ni yo, ni nadie tenemos tiempo ya para nada, a pesar del teléfono, el fax y el correo electrónico? Nos falta tiempo, pero, antes que nada y más que nada, nos faltan unos espacios interiores preservados de los que antes gozábamos.
George Steiner: Los logócratas


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