El «si yo fuera rica» esa expresión, esa queja universal que sale de los labios de toda persona de nuestros días (y de estos alientos se forma la atmósfera moral que respiramos), brotaba de los suyos con entonación tan patética, que me causaba pena. Por otras conversaciones que tuvimos hube de atribuirle notable aptitud para apreciar el valor de las acciones humanas, teniendo, por tanto, andada la mitad del camino de la virtud. 

Galdós: Lo prohibido, I, V.


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