Qué felicidad alejarse de los desalmados

Qué felicidad alejarse de los desalmados
de los camellos del barrio
de los demagogos.
Al final solo me importa lo que dices tú,
hasta lo más intrascendente lo guardo como un tesoro.
Me lo planto en el pecho
y me viene a la mente;
tus palabras son un bosque
cada vez más frondoso.
Pero los desalmados son de barro
y a los camellos se les acabará el chollo.
Tú no me olvides
y llévame contigo.




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