La mitología grecolatina está prácticamente ausente en las Rimas de Bécquer. Solo aparecen algunos personajes míticos en la V, la XII, la LXXVIII y la XCVII:
RIMA V
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RIMA XII
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Rima LXXVIII
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RIMA XCVII
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Yo corro tras las ninfas
que, en la corriente fresca del cristalino arroyo, desnudas juguetean.
Yo, en bosques de corales
que alfombran blancas perlas, persigo en el océano las náyades ligeras.
Yo, en las cavernas cóncavas
do el sol nunca penetra, mezclándome a los gnomos, contemplo sus riquezas. |
Porque son, niña, tus ojos
verdes como el mar, te quejas; verdes los tienen las náyades, verdes los tuvo Minerva, y verdes son las pupilas de las hourís del Profeta. |
Fingiendo realidades
con sombra vana, delante del deseo va la esperanza. y sus mentiras como el Fénix, renacen de sus cenizas. |
Esas quejas del piano
a intervalos desprendidas, sirenas adormecidas que evoca tu blanca mano, no esparcen al aire en vano el melancólico son; pues de la oculta mansión en que mi pasión se esconde, a cada nota responde un eco del corazón. |
Bécquer no recoge ninguna historia mitológica. Alude a las ninfas y a las náyades, divinidades de bosques y aguas, en unas estrofas donde el poeta manifiesta plena integración con la naturaleza, y, además, las cita junto a los gnomos, seres de otra tradición mitológica. Después, trae a Náyades y a Minerva como patrones de belleza, en unión también de las huríes islámicas. El universo becqueriano es europeo, esto es, no solo grecolatino, sino también cristiano, germano, islámico...
Para concluir, la mención del Ave Fénix y de las sirenas más que mitológica responde podríamos decir a metáforas incorporadas plenamente a la lengua común para simbolizar lo que no muere nunca y la música encantadora, respectivamente.
En Rubén Darío, sin embargo, el mito grecolatino está omnipresente. Y no solo en la poesía, también en los relatos.
¿Por qué esa disparidad entre Bécquer y Rubén Darío con relación a la mitología? Bécquer prescinde de ella en su creación literaria. Su poesía fluye ajena al manantial grecolatino y sus leyendas hunden sus raíces en su suelo patrio (lo que no obsta para que haya orígenes grecolatinos, pero plenamente mezclados y recreados con tradiciones diversas). La poesía bécqueriana es europea y española, en la que lo grecolatino se inserta recreado y fundido con otros veneros. Darío, en cambio, parece que se injerta, en este punto, más bien en la tradición francesa, donde lo grecolatino posee una fuerza desbordante.
La literatura española no rompió nunca con su tradición medieval; las aguas del Renacimiento no inundaron su propio caudal, no desalojó temas y metros tradicionales, locales, nacionales. El teatro áureo español se nutrió en gran medida de las propia historia y tradiciones hispanas. Quizás la literatura francesa haya tomado a partir del Renacimiento unos derroteros más clasicistas, que reverdecieron en la lírica del XIX, donde, además, el Romanticismo alemán había revalorizado el amor a Grecia.
¿Amará lo griego Rubén por su filiación francesa?
Para concluir, la mención del Ave Fénix y de las sirenas más que mitológica responde podríamos decir a metáforas incorporadas plenamente a la lengua común para simbolizar lo que no muere nunca y la música encantadora, respectivamente.
En Rubén Darío, sin embargo, el mito grecolatino está omnipresente. Y no solo en la poesía, también en los relatos.
¿Por qué esa disparidad entre Bécquer y Rubén Darío con relación a la mitología? Bécquer prescinde de ella en su creación literaria. Su poesía fluye ajena al manantial grecolatino y sus leyendas hunden sus raíces en su suelo patrio (lo que no obsta para que haya orígenes grecolatinos, pero plenamente mezclados y recreados con tradiciones diversas). La poesía bécqueriana es europea y española, en la que lo grecolatino se inserta recreado y fundido con otros veneros. Darío, en cambio, parece que se injerta, en este punto, más bien en la tradición francesa, donde lo grecolatino posee una fuerza desbordante.
La literatura española no rompió nunca con su tradición medieval; las aguas del Renacimiento no inundaron su propio caudal, no desalojó temas y metros tradicionales, locales, nacionales. El teatro áureo español se nutrió en gran medida de las propia historia y tradiciones hispanas. Quizás la literatura francesa haya tomado a partir del Renacimiento unos derroteros más clasicistas, que reverdecieron en la lírica del XIX, donde, además, el Romanticismo alemán había revalorizado el amor a Grecia.
¿Amará lo griego Rubén por su filiación francesa?
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