en el año del cuarto centenario de la muerte de Cervantes, donde puede leerse mi artículo "Evolución del concepto de sátira en la obra cervantina" (págs. 167-180) y que empieza así:
No hay Arquíloco
sin Homero; ni Aristófanes sin Eurípides. No hay literatura romana sin
literatura griega ni sátira sin helenismo. No hay sentido oblicuo sin sentido
recto.
La literatura romana nace en la
época alejandrina; es una literatura libresca, mediatizada por el nacimiento de
las bibliotecas y de una filología que hace posible un canon literario. Los
romanos tuvieron la fortuna de contar con una gran literatura en la que
inspirarse: la literatura griega en sus momentos antiguo, clásico y helenístico,
último periodo en que se produce la globalización de la cultura griega y se
desarrolla la literatura romana republicana hasta culminar en el gran siglo I
a. de C., muy convulso social y políticamente pero muy fructífero para las
letras. Basta citar a Lucrecio, Catulo, Cicerón, Salustio, Tito Livio,
Virgilio, Horacio u Ovidio para demostrarlo.
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