Pero de crítica estética tan sólo, puesto que en todos ellos
falta el elemento de la crítica histórica, sin el cual las
apreciaciones de gusto quedan muchas veces en el aire. Si no
sabemos a ciencia cierta que tal o cual pieza sea de Tirso, ¿cómo
vamos a deducir de ella los caracteres del ingenio del poeta? Si no
conocemos ni aproximadamente siquiera la cronología de sus obras,
¿cómo vamos a estudiar el desarrollo de su arte? Si nos faltan
datos positivos acerca de su vida, ¿cómo podremos establecer la
concordancia entre su persona y sus obras? ¿Quién ha de tachar de
vana y pueril esta curiosidad, hoy que al crítico se le pide, no ya
sólo psicología clásica, como en tiempo de Sainte-Beuve, sino
fisiología y su tanto de patología, en caso necesario? Cualquiera
que sea el valor de tales pretensiones, es cosa de sentido
[p. 53] común que para llegar a las intimidades de
una obra de arte, mucho más si ha sido producida en época
relativamente lejana de la nuestra, no puede ser indiferente el
conocimiento de la vida de su autor y del medio social en que se
desenvolvió.
Menéndez Pelayo: Estudios de crítica histórica y literaria, Volumen III, Espasa-Calpe Argentina, Buenos Aires, 1944, 52-53.
Sucede muchas veces en literatura, que series enteras de obras pertenecientes a un período de la civilización próximo a perecer con ellas, se concentran súbitamente en una última obra modificada y superior, que las compendia, las resume y dispensa de su lectura. Se creía muerto y definitivamente enterrado un género de literatura, y le vemos reaparecer en un ejemplar final, que es el más brillante de todos. Polieucto y San Ginés están en esta relación con nuestros antiguos misterios, y [p. 271] por lo mismo que la interrupción había sido tan larga, el salto atrás parece mas glorioso e inspirado.» [1]
Port-Royal, tomo I, págs. 143-174.
Menéndez Pelayo: Estudios de crítica histórica y literaria, Volumen III, Espasa-Calpe Argentina, Buenos Aires, 1944, 52-53.
Sucede muchas veces en literatura, que series enteras de obras pertenecientes a un período de la civilización próximo a perecer con ellas, se concentran súbitamente en una última obra modificada y superior, que las compendia, las resume y dispensa de su lectura. Se creía muerto y definitivamente enterrado un género de literatura, y le vemos reaparecer en un ejemplar final, que es el más brillante de todos. Polieucto y San Ginés están en esta relación con nuestros antiguos misterios, y [p. 271] por lo mismo que la interrupción había sido tan larga, el salto atrás parece mas glorioso e inspirado.» [1]
Port-Royal, tomo I, págs. 143-174.
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