De polvo y fango nacidos,
fango y polvo nos tornamos:
¿por qué, pues, tanto luchamos
si hemos de caer vencidos?

Cuando esto piensa humilde y temerosa,
como tiembla la rosa
del viento al soplo airado,
tiembla y busca el rincón más ignorado
para morir en paz si no dichosa.

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