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Cisneros, el cardenal de España

Autor: Joseph Pérez
Taurus-Fundación March.
Madrid (2014).
368 págs.
19 €.

Una versión de esta reseña se publicó en el servicio impreso 51/14

Ser capaz de publicar una biografía completa, bien escrita y breve, no es tarea fácil. Sin embargo lo ha conseguido uno de los más prestigiosos hispanistas actuales: un francés de origen español con un amplio curriculum universitario e investigador por el que ha recibido diversos galardones, el último, el Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2014. Joseph Pérez es catedrático de Civilización española e hispanoamericana de la Universidad de Burdeos III. Es especialista en la historia de España de los siglos XVI y XVII.
Entre los méritos del volumen se pueden subrayar: la selección de fuentes, método y estructura. Cumple a la perfección la misión del historiador: no solo expone con corrección literaria los datos contrastados documentalmente, sino que los interpreta y saca conclusiones, a veces innovadoras. El autor no utiliza siempre el relato cronológico, aunque inicia su obra con una semblanza del conjunto de la vida de Cisneros (1436?-1517), que fue regente de Castilla entre 1506-1507 y 1516-1517. Estudia después su tarea como estadista, diplomático, militar, reformador, humanista, ideario e influencias, su legado, con amplias notas reunidas al final del volumen.
Detrás del Cardenal hay muchas facetas menos conocidas. Inició su servicio en la Iglesia como presbítero licenciado en Derecho con idea de ascender en el escalafón clerical; pero a los 46 años su vida cambió radicalmente por una conversión personal, que le llevó a hacerse franciscano de estricta observancia y como tal vivió siempre de manera ejemplar.
Confesor de la reina Isabel desde 1482, arzobispo de Toledo en 1495, cardenal desde 1507, año en que también ocupó el cargo de Inquisidor General de Castilla; en 1510 los Reyes Católicos apoyaron su candidatura al papado, que no prosperó. Fundó la Universidad Complutense para elevar el nivel intelectual y moral de los sacerdotes, costeó la edición de la Biblia Políglota no con un fin meramente humanista, sino para proporcionar un buen instrumento para el estudio y predicación; mandó editar libros de espiritualidad y los difundió en monasterios y conventos, especialmente femeninos.
Seguidor de la devotio moderna, un modo de entender la espiritualidad basado en la interioridad y la mística, influyeron en él las ideas mesiánicas y misioneras del mallorquín Ramón Llull y del italiano Savoranola, que le impulsaron a conquistar la costa norte de África con intención de llegar a Jerusalén.
Hombre abierto, sin prejuicios, ni actitudes antisemitas, tuvo colaboradores judeoconversos, y no dudó en aprovechar los libros científicos musulmanes para la biblioteca complutense. Hizo caso de las voces críticas de Bartolomé de Las Casas sobre el maltrato de los encomenderos hacia los indígenas americanos. Procuró mejorar el sistema fiscal para no perjudicar a las clases más bajas, fomentó la agricultura a fin de evitar la carestía y la subida de precios de los cereales; protegió con sentido mercantilista moderno la industria de lana y seda.
Trató de rescatar al pueblo llano de su miseria material, cultural y espiritual. Mantuvo a raya a la nobleza levantisca y a los corruptos; se apoyó en letrados o abogados, fortaleciendo el primer funcionariado público profesional. Soportó grandes diferencias en el ámbito político y diplomático con Fernando el Católico y Carlos V.
Cisneros fue un hombre de Estado, uno de los mejores políticos españoles, que no buscó su provecho personal, sino el bien común y la reforma de los miembros de la Iglesia. Joseph Pérez termina su libro realizando un interesante paralelismo entre el Cardenal Cisneros y el Cardenal Richelieu (1585-1642), primer ministro de Luis XIII, en el que el español gana la partida con creces. Y si lo demuestra uno de los mejores hispanistas actuales de nacionalidad francesa, habrá que dar crédito a sus conclusiones.

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