La rosa


Camilo José Cela, La rosa, Ediciones Destino, Barcelona 1989.

19: forma de libro, que es la que más conviene a la letra impresa.

107: El nutricio olor de la cuadra, tradicional e ilustre como un verso de Virgilio...

156: Cuando termina con Ortega, nuestro joven devora la colección completa del Rivadeneyra: setenta tomos.

157-158: La lectura de Ortega moraliza y aclara al joven confundido por Nietzsche y desmoralizado por los escolapios y maristas. [...] Antepone la consideración moral a ninguna otra y defiende las viejas formas paganas del vivir. [...] Y así fueron, poco más o menos, los móviles de la sinrazón -tampoco excesiva- de la infancia dorada, la pubertad siniestra y la primera juventud de nuestro personaje.

173-174: ¡Qué firme brilla en mi memoria el tiempo aquel y cómo me acongojan, ahora que he podido escaparme de ella, los años que perdí en la ciudad, ese monstruo que inventó el demonio para uniformar las almas y los corazones!

175: Las manos son desatadas fuerzas de la naturaleza que sólo la rigurosa razón puede sujetar. La caricia es un empleo culto y ulterior de la mano.






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