La tan cacareada era de la información y del conocimiento son grandilocuentes expresiones que no pueden ocultar la vulnerabilidad cognoscitiva humana.
Ciertamente el hombre es un ser racional, pero conocer es difícil. Pensar, sopesar, calibrar es complicado. Necesita hábito, entrenamiento, precisa de instrumentos de análisis, de mapas conceptuales.
La ideología de género es un ejemplo de la capacidad de distorsionar y manipular la realidad y, lo que es peor, la enorme facilidad con que se aceptan nuevos dogmas.
La sustitución de la palabra "sexo" por "género", categoría gramatical, muestra lo sencillo que es dejarse embaucar por la manipulación más agresiva: la del lenguaje.
La Edad Contemporánea, que muchos presentan como emancipada de los "antiguos dogmas", acepta compulsivamente cualquier ideología snob (sine nobilitate) con tal de que sea nueva, sin el menor asomo de capacidad crítica.
La voz de alarma debe sonar cuando se pierde el en otros tiempos denominado "sentido común". Cuando una persona tiene dificultades para explicar la diferencia entre un ser humano y un gato; cuando alguien niega la evidencia de la evidente diferencia entre hombres y mujeres; cuando, estúpidamente, se piensa que diferencia es igual a déficit, porque se ha hecho de la geometría el paradigma de la perfección; entonces, hay que sentarse, coger un papel y un bolígrafo, y pensar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario