Los organismos internacionales y los gobiernos, los pedagogos y gurús de la educación sienten una irrefrenable pulsión por organizar la vida de los demás. No se mueven en el terreno de los principios -los diez mandamientos, por ejemplo-, sino en el de los reglamentos. Trabajan por imponer sus modelos antropológicos a través de interminables directrices que revisten de una objetividad científica de la que carecen. Porque la filosofía no es geometría.
viernes, 31 de mayo de 2013
La irrefrenable pulsión de organizar la vida a los demás
Los organismos internacionales y los gobiernos, los pedagogos y gurús de la educación sienten una irrefrenable pulsión por organizar la vida de los demás. No se mueven en el terreno de los principios -los diez mandamientos, por ejemplo-, sino en el de los reglamentos. Trabajan por imponer sus modelos antropológicos a través de interminables directrices que revisten de una objetividad científica de la que carecen. Porque la filosofía no es geometría.
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