En el capítulo 2 de su primer libro de sátiras, el poeta romano Horacio afirma que los necios, al evitar unos vicios, se precipitan en los contrarios.
Si lo dice Horacio, hace 2.000 años, es que la experiencia debe ser universal y recordamos, una vez más, el nihil novum sub sole: nada nuevo bajo el sol.
En efecto, a finales de los 60 se difunde por occidente una serie de filosofías que, presuntamente, pretenden combatir el exceso de rigidez y de formalismo. y que van promoviendo, sitemáticamente, el paso al otro extremo.
De una diversión juvenil más o menos vigilada y controlada, a una diversión sin ningún control.
De una educación basada en el principio de autoridad y proclive a excesos de rigor, a un sistema en que el alumno es el rey y el profesor un humilde camarero que pide permiso para enseñar.
De una sexualidad estricta en las formas sociales -más o menos estricta, dependiendo de países y culturas-, a un concepto buenista en que lo espontáneo es bueno por serlo y donde el sexo es una mera opción sin compromiso, sin norte y sur y negando las diferencias biológicas y psicológicas.
Es una ley del péndulo irracional, que no sabe discernir el grano de la paja, ni distinguir el medio entre los extremos.
Si lo dice Horacio, hace 2.000 años, es que la experiencia debe ser universal y recordamos, una vez más, el nihil novum sub sole: nada nuevo bajo el sol.
En efecto, a finales de los 60 se difunde por occidente una serie de filosofías que, presuntamente, pretenden combatir el exceso de rigidez y de formalismo. y que van promoviendo, sitemáticamente, el paso al otro extremo.
De una diversión juvenil más o menos vigilada y controlada, a una diversión sin ningún control.
De una educación basada en el principio de autoridad y proclive a excesos de rigor, a un sistema en que el alumno es el rey y el profesor un humilde camarero que pide permiso para enseñar.
De una sexualidad estricta en las formas sociales -más o menos estricta, dependiendo de países y culturas-, a un concepto buenista en que lo espontáneo es bueno por serlo y donde el sexo es una mera opción sin compromiso, sin norte y sur y negando las diferencias biológicas y psicológicas.
Es una ley del péndulo irracional, que no sabe discernir el grano de la paja, ni distinguir el medio entre los extremos.
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