I. La educación es el motor que promueve la competitividad de la economía y las cotas de prosperidad de un país; su nivel educativo determina su capacidad de competir con éxito en la arena internacional y de afrontar los desafíos que se planteen en el futuro. Mejorar el nivel de los ciudadanos en el ámbito educativo supone abrirles las puertas a puestos de trabajo de alta cualificación, lo que representa una apuesta por el crecimiento económico y por conseguir ventajas competitivas en el mercado global.
El planteamiento inicial no puede ser más economicista, reductivo por tanto. Si algo debe ser la educación es integral e integradora; abarcadora de las diversas facetas del ser humano. Para la LOMCE el hombre es homo oeconomicus. A comienzos del tercer milenio, los autores de la ley no logran superar la dialéctica marxismo/capitalismo; dialéctica que parte de un materialismo básico en que el ser humano es, sobre todo, productor/consumidor. La educación se pone al servicio de la economía, no de la persona. Del trabajo se destaca la "alta cualificación", primando por tanto la dimensión objetiva sobre la subjetiva.
La educación ha de aspirar a mejorar a las personas. Personas mejoradas, mejoran su país.
El planteamiento inicial no puede ser más economicista, reductivo por tanto. Si algo debe ser la educación es integral e integradora; abarcadora de las diversas facetas del ser humano. Para la LOMCE el hombre es homo oeconomicus. A comienzos del tercer milenio, los autores de la ley no logran superar la dialéctica marxismo/capitalismo; dialéctica que parte de un materialismo básico en que el ser humano es, sobre todo, productor/consumidor. La educación se pone al servicio de la economía, no de la persona. Del trabajo se destaca la "alta cualificación", primando por tanto la dimensión objetiva sobre la subjetiva.
La educación ha de aspirar a mejorar a las personas. Personas mejoradas, mejoran su país.
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