"Nuestros antepasados juraban por Jerusalén y sobre la Biblia. Una nueva generación (los jacobinos) ha jurado por Esparta, Atenas y Titio Livio. Pero lo extraño de este tipo de religión es que sus apóstoles no tenían una idea muy clara de la doctrina que predicaban: los modelos que propusieron son exactamente lo contrario de sus enunciados y sus intenciones. Exaltaron la libertad de Grecia y Roma y se olvidaron de que en Esparta una aristocracia de treinta mil nobles tenía bajo su duro yugo a seiscientos mil siervos, y que para impedir el excesivo crecimiento demográfico de esta especie de negros, los jóvenes espartanos iban por la noche a cazar ilotas cual si fuesen bestias feroces; o de que en Atenas, ese santuario de la libertad, había cuatro esclavos por cada persona libre, y que no había casa en la que el régimen despótico de nuestras colonias de América no se ejercitase por parte de estos supuestos demócratas, o que de cerca de cinco millones de habitantes de toda Grecia más de tres millones y medio eran esclavos, y que la desigualdad política y civil era el dogma del pueblo y de los legisladores... Han olvidado que entre los romanos, estas mismas costumbres y este régimen fueron predominantes en aquellos que se llamaron los más bellos tiempos de la República, y que esa misma república, distinta según las épocas, fue siempre una oligarquía. Constantin Volney, 1795, en Ideologías de los estudios clásicos, de Luciano Canfora, Akal, Madrid, 1991.
Muy buena entrada, me has dado una cita que me va a venir muy bien. Un abrazo.
ResponderEliminarAsí somos: esta es la República de las Letras...
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