Historias Sagradas en El Prado.

"Era el día de preparación. Así que al atardecer, José de Arimatea, miembro distinguido del Consejo, y que también esperaba el reino de Dios, se atrevió a presentarse ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Pilato, sorprendido de que ya hubiera muerto, llamó al centurión y le preguntó si hacía mucho que había muerto. Una vez informado por el centurión, le entregó el cuerpo a José. Entonces José bajó el cuerpo, lo envolvió en una sábana que había comprado, y lo puso en un sepulcro cavado en la roca. Luego hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro. María Magdalena y María la madre de José vieron dónde lo pusieron." [Evangelio de San Marcos, cap. 15, vers. 42-47.]

Cristo muerto, descendido de la cruz, comienza a ser amortajado antes de ser enterrado. Ha dado la vida ("Nadie tiene más amor que el que da su vida por sus amigos"). A la cabeza, José de Arimatea: un personaje importante. A los pies, una amiga, la discípula María Magdalena ("de la que expulsó siete demonios"). Una mujer pecadora, del pueblo. Cristo muere por ricos y pobres, por hombres y mujeres, por gente "cumplidora de la ley" y gente "incumplidora de la ley". La sábana blanca simboliza pureza. Magdalena, de blanco, también se ha hecho pura. El cuerpo de Cristo, blanco, la sábana blanca, la luz blanca. Cristo "luz del mundo".
Detrás del que amortaja hay otro hombre: debe ser Nicodemo, fariseo principal. A la derecha, María, la madre de Jesús, consolada por Juan, uno de los apóstoles, el discípulo amado; y otra de las mujeres que acompañaron a la Virgen durante la crucifixión -María la de Cleofás, o Salomé-.
Tres hombres y tres mujeres. Familiares y discípulos. Discípulos "declarados" (Juan, Magdalena...) y discípulos "ocultos" (José de Aimatea y Nicodemo), pero que dieron la cara en el "momento malo". Gente rica y gente sencilla.
La redención de Cristo es universal: mujeres y hombres, jóvenes y ancianos, ricos y pobres.
La serenidad del rostro de Cristo contagia a todos los demás personajes. Hay dolor, pero no desesperación; hay tristeza, pero no pesimismo.  
"Y cuando era el primer crepúsculo del dos de los idus de Agosto, fue Hipólito, que por las maravillas del beato Lorenzo había creído y recibido el bautismo, con el sacerdote Justino y recogieron el cuerpo y lo envolvieron en un lienzo con aromas y lo transportaron a la casa de la viuda Ciriaca en la vía Tiburtina, donde muchos sacerdotes y muchos cristianos perseguidos se reunían, y le dieron sepultura en una cripta que había en la huerta de la casa, después de ofrecer Justino el sacrificio de alabanza del que participaron la viuda Ciriaca, la cristiana Flavia e Hipólito, y de derramar muchas lágrimas sobre su santo cuerpo". [Actas de los Mártires]

Entierro de San Lorenzo, mártir. Los mártires son "testigos" de Cristo que, como su maestro, han dado la vida. Cristo "el primer mártir", el primer testigo del amor. Ser cristiano no es solo ser "creyente" o seguir un "código moral". Es seguir a una persona, Cristo, y dar la vida. La mayoría no da la vida cruentamente, sino día a día, en cosas pequeñas. San Lorenzo tumbado como Cristo va a ser envuelto en una sábana blanca como Cristo. Porque el mártir es "otro Cristo". El cristiano es "otro Cristo". Dos mujeres y tres hombres: un sacerdote, un niño y otro hombre. El mártir no muere solo: muere en la iglesia. La Iglesia es el pueblo de Dios Padre, el cuerpo de Dios Hijo y el templo del Espíritu Santo: una comunión de personas. La luz "sale" del mártir. "Vosotros sois la luz del mundo". El mártir es hispano, de Huesca, pero muere en Roma. Roma como centro de la cristiandad. Allí mueren muchos mártires. El culto a los mártires se extiende por el mundo. Son ejemplos para los cristianos de todos los tiempos. San Lorenzo va a ser enterrado en una catacumba, cementerio cristiano subterráneo. Las catacumbas asemejan también la sepultura de Cristo. Allí los cuerpos esperan la resurrección al final de los tiempos. Por eso los cuerpos se tratan con respeto, porque no son solo "polvo y ceniza": van a volver a la vida en la segunda venida de Cristo. Los cristianos inhumaban en un contexto en que se solía incinerar.
"Tres veces descargó el verdugo, con fuerza, su espada sobre el cuello de Cecilia sin lograr que su cabeza se desprendiera del cuerpo, y como las leyes del Imperio prohibían que a los condenados a muerte por el sistema de decapitación se les dieran más de tres tajos, no pudo procederse a realizar un cuarto intento, por lo cual la santa salió de aquella horrible carnicería medio muerta y medio viva, y así estuvo durante tres días que aprovechó para distribuir todos sus bienes entre los pobres y para rogar a Urbano que cuidase de las personas que ella había logrado convertir a la Fe. San Urbano enterró el cuerpo de la santa en el mismo lugar en el que estaban sepultados los obispos; y, cumpliendo los deseos de la mártir, consagró la que había sido su casa y la convirtió en templo". [Jacobo de Vorágine, La leyenda dorada, cap. CLXIX.]

La mártir Cecilia, aristócrata romana. Muerta por las heridas de la decapitación (tres golpes que no podían incrementarse, y que en su caso no lograron separar su cabeza del cuerpo pero sí herirla de muerte). Cecilia, laica; Lorenzo, diácono. Laicos y clérigos llamados a la santidad. Hombres y mujeres; de condición social sencilla o de la nobleza: todos llamados a seguir a Cristo. Su vestido blanco, como el de Lorenzo, los asemejan a Cristo. Es la figura más luminosa: Cecilia "luz del mundo". Bendecida por el Papa: están en Roma y el Papa es el obispo. El joven junto al Papa, quizás un presbítero (sacerdote) o un diácono, porta la corona y la palma del triunfo. Dos chicas jóvenes la honran: una besa su mano, mano del "sagrado cuerpo" de la mártir. Sagrado porque es parte de un alma santa. El cuerpo va a ser enterrado en la catacumba. A sus pies un joven se dispone a escribir la historia del martirio. Esas historias, divulgadas por el mundo, extenderán la devoción a los mártires. Los mártires son ejemplos cercanos -personas humanas como nosotros-, amigos de Dios, y por eso se les pide que intercedan.
 
"El domingo celebré allí la misa y le dí la sagrada comunión. Inmediatamente quedó extasiada según costumbre, y su alma que suspiraba por su Criador parecía haber abandonado el cuerpo. Nosotros esperábamos que volviera en sí para recibir de ella consuelos espirituales, cuando de repente vimos que su cuerpo postrado en tierra se levantó un poco, se arrodilló y extendió brazos y manos. Su cara estaba toda inflamada, y así estuvo largo tiempo inmoble y con los ojos cerrados. Después, como si hubiese recibido herida de muerte la vimos caer de golpe y recobrar por instantes el uso de los sentidos: Padre mío: le anuncio que por la misericordia de Nuestro Señor Jesucristo tengo sus llagas en mi cuerpo. Siento en estos cinco sitios y sobre todo en el corazón un dolor tan penetrante que sin un nuevo milagro no podría vivir" [Raimundo de Capua, Vida de Santa Catalina de Siena. Parte II. cap. VI]

Santa Catalina de Siena, santa italiana mil años después de San Lorenzo y santa Cecilia. Hay santos en todos tiempos. Joven dominica, murió con 23 años. Para la santidad no hay edad ni sexo. Siendo tan joven pidió personalmente al Papa que volviera a Roma desde Avignon. La postura en el cuadro se asemeja a un descendimiento de la cruz. No sufrió martirio, pero sí se identificó particularmente con Cristo crucificado, sufriendo dolores físicos permitidos por Dios y que ella ofreció por sus pecados y los de los demás hombres. Dos religiosas le sostienen. Santidad no individualista sino en la Iglesia. Santidad personal pero no individualista.

El joven partió con el ángel, y el perro los seguía. Caminaron los dos y, al llegar la primera noche, acamparon a orillas del río Tigris.
El joven bajó a lavarse los pies en el río, y de pronto saltó del agua un gran pez que intentó devorarle el pie. El joven gritó, pero el ángel le dijo: «¡Agárralo y no lo dejes escapar!». Entonces él se apoderó del pez y lo sacó a tierra. [Tobías 6, 1-3]

Tobías y el ángel. Aquí no hay mártires. Nadie ha muerto. Es una historia del Antiguo Testamento, del libro de Tobías. Tobías es un amigo de Dios, un santo, que ha de recorrer el camino de la vida, y cuenta con la ayuda de un ángel, que le muestra aquí un pez (hay que leer el libro...). Uno de los mensajes fundamentales de este cuadro y de ese libro bíblico es la existencia de los ángeles, criaturas de Dios espirituales, no tienen cuerpo, inteligentes y fuertes que ayudan a los hombres por encargo divino. Dios -Uno y Trino-. la Virgen, los ángeles, los santos y mártires: muchedumbre de amigos divinos, ángelicos y humanos, que acompañan en el camino de la vida. La vida es un camino: desde Dios y hacia Dios.

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