Marcela es una Melibea sin Celestina, una mujer inteligente y hermosa que defiende su libertad de amar. Grisóstomo es un Calixto sin Celestina. No posee más que su palabra para pedir amor a Marcela, y se suicida, importente ante la firmeza de Marcela. La argumentación de Marcela es implacable. En nuestra época de pensamiento débil y voluntarismo fuerte, sorprenden las razones implacables de la bella pastora. Y es que aún la razón no se había arrodillado ante la ciencia experimental, y campeaba por sus respetos entre lo verdadero, lo bueno y lo bello. La Celestina también anda cargada de filosofía, pero la pasión y la avaricia triunfan y arriman el ascua a su sardina. La sardina de Marcela, en cambio, es la libertad, y sus razones se elevan sobre la contingencia de un aquí y ahora, de una pasión que nubla y que lleva a Melibea y a Grisóstomo al suicidio.
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